V. Instruir
a los equipos directivos de los N.E.R para potenciar los modos de actuación de
estos profesionales en función del tipo de escuela que les corresponde dirigir.
Sé
que son duras mis palabras y que probablemente puedo herir susceptibilidades,
pero asumo con responsabilidad dichos planteamientos porque considero que en
esta coyuntura es absolutamente
necesario hablar claro y sin tapujos. La escuela rural lo merece. Los niños y
niñas de nuestros campos lo requieren. Nuestra patria lo exige.
El
art.43 de la LOE (2.009) señala que “La
supervisión y dirección de las instituciones educativas serán parte integral de
una gestión democrática y participativa, signada por el acompañamiento
pedagógico.” Por tal razón, el acompañamiento, visto desde esa perspectiva, constituye un proceso clave y
vital para lograr los fines de la educación y por ende garantizar la calidad y pertinencia de los
aprendizajes alcanzados por los y las estudiantes.
Dicha
labor, cobra aún más importancia si nos trasladamos a la escuela rural,
tradicionalmente menos atendida que la escuela urbana y con realidades y
situaciones que la hacen parecer “de otro mundo”. Tanto así, que se habla de
“educación rural” y se asume como modalidad requiriendo “adaptaciones curriculares de forma permanente o temporal con el fin de
responder a las exigencias de los diferentes niveles educativos” (LOE,
art.26)
No
obstante, es común encontrarse en escuelas rurales, especialmente en los
Núcleos Escolares Rurales (NER), con equipos directivos que poseen poca formación para afrontar la realidad y los
retos de esta modalidad desde una postura científica y solvente; amén de que
poseen escaso personal y no cuentan, en la mayoría de los casos, con las
destrezas y aptitudes necesarias para afrontar con éxito la titánica tarea que
implica dirigir escuelas rurales dispersas y con aulas multigrado, lo que
incide determinantemente en la calidad de los procesos desarrollados en estas
instituciones y por su puesto en los resultados que se obtienen.
Por
otra parte, la supervisión zonal y municipal, por lo común no responde ni orienta adecuadamente los
procesos propios de estos planteles, porque al igual que los equipos directivos
de la mayoría de los NER y otras escuelas rurales graduadas, obvian elementos
vitales del proceso de dirección al no adaptar su praxis a las condiciones
particulares de esta modalidad y de
estos centros perdiendo así la oportunidad de suministrar orientaciones y/o
instrucciones que en verdad ayuden a estos planteles a lograr un mejor funcionamiento
y una mayor eficiencia.
Recordemos
que, según los Resultados de la Consulta Nacional por la Calidad Educativa
(2.014), “los estudios señalan que del
total de planteles educativos el 54,47% están en sectores rurales, muchos de
ellos agrupados en Núcleos de Educación Rural (NER) que para 2.014 totalizaban 7.603.”(p.66),
lo cual nos da una perspectiva de cuán importante puede ser una gestión de
calidad en estos centros, que representan más de la mitad de nuestras escuelas.
De
allí que sea absolutamente necesario instruir a los equipos directivos de los
N.E.R para potenciar los modos de actuación de estos profesionales en función
del tipo de escuela que les corresponde dirigir. La formación de los directores
permitirá adecuar su desempeño a través del mejoramiento de su capacidad
pedagógica profesional de dirección para las especificidades de la educación
rural. En este sentido se hace necesario el diseño de diplomados, cursos, talleres
y otras jornadas de formación permanente que permitan a estos profesionales obtener
las capacidades y aptitudes necesarias para asumir correctamente el proceso de dirección en centros con tan particular situación.
Entiendo
que en los últimos años se han realizado una importante cantidad de jornadas de
formación para directores y supervisores, y que en ella han participado sino
todos, la mayoría de los directores de planteles rurales. No obstante, sigue
siendo necesario profundizar dicha formación y darle especificidad de acuerdo
al contexto donde les corresponde dirigir. No basta con dar un conjunto de
teorías y conocimientos generales, hace falta “desmenuzar” dichos contenidos y
contextualizarlos al ámbito de la escuela rural, así como también aportar
nuevos contenidos que vayan surgiendo de la dialéctica implícita en esta
dinámica.
Como
elementos de la formación sugiero que se haga énfasis tanto en la organización
escolar como en los procesos de acompañamiento y entrenamiento metodológico que
deben desarrollar el director y su equipo, pues, es en estos aspectos donde se
nota la mayor debilidad de dichos colegas. Estos profesionales deben poseer total capacidad para asumir el
entrenamiento metodológico de los docentes que lo requieran en los aspectos que
lo requieran para un óptimo desempeño en la planificación, organización,
desarrollo y evaluación de la clase tanto en el aula normal como en el multigrado,
donde por lo general existen mayores deficiencias.
También
propongo que se conforme a nivel
municipal, regional y nacional, redes de apoyo donde los miembros de los NER cuenten
con un espacio de reflexión e intercambio permanente de experiencias, inquietudes
y aportes, para generar alternativas que fortalezcan su praxis, y que además
reciban apoyo constante de equipos creados para tal fin con profesionales
profundamente capacitados para esa tarea y con disposición de ayudar a sus
colegas en lo necesario.
Por
otra parte debe seleccionarse para los NER a supervisores que conozcan la
escuela rural, que estén consustanciados con su dinámica y posean las
herramientas tanto cognitivas como metodológicas para actuar con solvencia y
acompañar con éxito a estas escuelas. De no ser así estaríamos repitiendo los
mismos errores: supervisores tratando de mejorar, sin suerte, escuelas que no
comprenden; directores que no acompañan ni contribuyen a mejorar el desempeño
profesional de los docentes y por último, maestros que no pueden desarrollar un
proceso con la calidad y pertinencia que requiere nuestro sistema educativo porque
simplemente no cuentan con las aptitudes y habilidades que se requieren para
tal fin.
Para
finalizar, es impostergable que se dé la integración real y efectiva de los Consejos Educativos en las tareas de
dirección, desde una postura de respeto y apertura, enmarcándose en las
funciones que les atribuye la ley e integrando de una vez por todas a la
comunidad en términos que contribuyan a viabilizar finalmente aquellos
postulados de “La escuela como centro del quehacer comunitario” y “La comunidad
como centro del quehacer educativo”. Todo ello, insisto, en un clima de total respeto,
entendimiento y profesionalismo. Recordemos que existen muchas susceptibilidades
al respecto.
Para
ello los directores de los NER y escuelas rurales graduadas deben perder el
temor de abrir las puertas a la comunidad organizada y permitirles ir más allá
de la simple participación para que asuman el protagonismo que le corresponde.
Por otra parte, los miembros de los Consejos Educativos y la comunidad deben
cerrar filas con la escuela y confiar en esta institución para que desde una
Gestión Escolar Comunal se consolide el desarrollo de una escuela y una
comunidad rural fortalecida.
Estoy gratamente sorprendida que alguien mas, diga lo que hace un año llevo diciendo, en guayana desde el ner333 por recomendacion de la profesora Vicenta Chaparro llegue a su blog, y me gustaria unirme a su propuesta, y de ser posible hacer de conejillo de indias si hiciera falta. saludos
ResponderEliminarEstimada Epifanie,gracias por su comentario.Palabras como las suyas nos reafirman que no estamos solos ni arando en el mar. Tengo la certeza de que son muchos los docentes que como nosotros tienen las mismas inquietudes. Espero poder organizar un encuentro para el mes de abril a fin de conformar redes y equipos de trabajo en varias regiones y gestar junto al MPPE una revolución en la educación rural venezolana.Esperamos contar con usted y los colegas del ner 333.Un abrazo.
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